En el desarrollo de una Nación, todos y todas cuentan[1]

 

                                                                                 Jenny De la Torre Córdoba

 

Los censos como instrumento de medición, se convierten en herramienta fundamental para reflejar las condiciones de vida de los grupos sociales que integran las Nación, base estructural del moderno Estado Social de Derecho. Es importante resaltar las variables (género, raza, etnia, etc.) que confluyen,  para que los censos se conviertan en verdadero ejercicio democrático, que permita ejercitar derechos, participación, inclusiones y reconocimientos.

 

Si partimos de la noción etimológica de Nación, como “una pluralidad de grupos humanos, diferenciados por cultura, raza, etnia, que comparten un territorio y una organización jurídica-administrativa” parece que nos referimos a lugares utópicos donde la igualdad es un principio y por tanto al hacer mediciones demográficas (censos, autodiagnósticos, etc.) estas arrojan datos fidedignos que permiten la elaboración de políticas públicas que reconocen e implementan la diversidad como base de desarrollo, estimulando y fortaleciendo la identidad.

 


Identidad y desarrollo son conceptos que van de la mano en el nuevo orden Internacional, en que los informes de desarrollo humano – en especial el del año 2003-  al declarar que “la diversidad es la base del desarrollo”, han reafirmado su intrínseca comunión. Para lograr que este principio sea una realidad, se requiere un adecuado “conteo”  censal y la  obtención eficiente y eficaz de los “datos desagregados” como  un reto contemporáneo más allá de cifras e indicadores.

 

Se determina, mediante la actividad censal la localización y situación de los grupos sociales que “comparten territorio, cultura, pasado, cosmovisión, etc. además permite conocer las múltiples y variadas formas de auto identificación y las limitaciones que tienen estos grupos humanos para acceder al “bien común”, ejercicio democrático que permite acceder a la igualdad expresa, que encierra un disfrute más allá de los simbólico imperante.

 

BRECHAS RACIALES: Los Estados modernos, Occidentales, tienden a homogenizar los grupos humanos, apoyándose  en el “Pacto social” expuesto y desarrollado por Rousseau, base de las democracias modernas.

 

Este pacto social que excluye a las minorías y a las mujeres, proclamando el principio: “Todos somos iguales”, aunque sea en carencias y exclusiones, convierte en iguales a los hombres por convención y derecho. Estos principios, excluyentes, han sido avalados por declaraciones universales, que han conducido a la perversión de la diversidad y las diferencias,  afectando la consideración de “raza” e influyendo a los “soñadores” del nuevo orden mundial, para que en su ensueño “identifiquen” a la humanidad como un manto “monocromático”, que los ha obligado a afirmar que existe una sola raza: “La raza humana”. A partir de estos postulados se cierne sobre las razas y sus miembros-as un manto de duda que convierte la diversidad en sospecha y la confronta con su destino, ya que si “todo es igual” no hay brechas que separen a unos-as y otros-as.

 

Es necesario señalar que el mundo del Derecho judicial se considera que la verdad tiene dos caras: La verdad formal y la verdad verdadera; sí aplicamos esta teoría a la noción de raza podríamos afirmar que en  la verdad formal (expuesta por los teóricos) existe una sola raza (la humana) y que según  la teoría de la verdad verdadera existen más de cinco (5) razas, siendo la negra una de las tantas y que para el caso que nos ocupa debe ser considerada como “EXISTENTE” dentro de la variable de raza y etnia, en especial en los temas demográficos; que dan lugar a la realización de los censos, los cuales  determinan y establecen indicadores, desagregados, de las condiciones de vida, localización, escolarización, género, etc. de sus miembros-as para lograr que los gobiernos proyecten y desarrollen políticas públicas que “disminuyan las brechas que separan a estos grupos (etnias) de los y las existentes, en las respectivas regiones donde la multiculturalidad y la plurietnia se convierten en factores de “interculturalidad”. Con estas reflexiones, no pretendo deslegitimar la etimología y /o conceptos de raza y etnia, que para muchos tratadistas se refiere a “rasgos físicos, cuando se trata de raza” y de la “pertenencia o identificación con un grupo, que se diferencia del resto de la población, no sólo por sus rasgos físicos sino por tradiciones, costumbres, idioma, etc. cuando se trata de etnia”.

 

Es necesario replantear (nos) sobre el poder de  las teorías y construcciones (que cobran  fuerza de ley) en especial cuando son esbozadas y sostenidas por teóricos-as de reconocida trayectoria, ya que permean  a los movimientos sociales Afrodescendientes y negros de América Latina y el Caribe, impidiendo que estas regiones “se autoidentifiquen adecuadamente” y que los censos entren en contradicción al incluir la variable étnica racial en sus cuestionarios, de hecho las encuestas y censos de América Latina no han explorado ha profundidad la identificación étnica/ racial, a pesar de que  en la práctica los asuntos raciales, de apreciación social, sobre los fenotipico son los que más “brechas” provocan, en especial en el ámbito de la oportunidades (laborales, sociales, comunitarias, etc.).

 

BRECHAS DE GÉNERO: El género, como construcción social, que otorga a las mujeres y hombres tareas diferenciadas, a partir de los roles que cumplen en las “sociedades”, nos hace reflexionar en la novedosa formulación de las preguntas o pregunta censal-es, en especial a partir de los años setentas, en que se acuño el término, ignorado por algunos biologicistas que aún se refieren a la pregunta ¿cuál es su sexo? ¿Masculino o femenino? sin tener en cuenta que esta reivindicación (género) fue fruto de la lucha de los movimientos de las mujeres ocupadas, en ese momento, en desligar la determinación sexual en la autoidentificación, por considerarla una apología a la superioridad masculina. plagada, en esos años, de subordinación y exclusión a todo lo relacionado con los roles femeninos.

 

Estas reivindicaciones son consecuencia de las críticas del universalismo, los trabajos posmodernos han hecho énfasis en los temas de la identidad, la diferencia, la ciudadanía y la capacidad de actuar, con la influencia de lo que Nancy Frazer[2] denomina  “frentes de lucha”, relacionados con el reconocimiento de los grupos o de las expresiones sociales, la afirmación de la diferencia y la representación, incluido el género, la identidad y la subjetividad, la raza, la etnicidad, etc. formas de diferenciación social. Todos estos frentes de lucha, según Nancy Fraser, se basan en los “reconocimientos  más no en la “redistribución” creando brechas sociales que impiden a las mujeres acceder a los espacios económicos en igualdad de condiciones, en especial en lo referente a “lo recursos mundiales”, los macroproyectos, que en su mayoría están en manos de los hombres.

 

Los censos para diminuir las brechas y promover una adecuada participación de las mujeres deben considerar las tendencias economicistas y a partir de indicadores que permitan establecer el impacto de las políticas de ajuste estructural en la vida de las mujeres, promover políticas  públicas que palien las desigualdades crecientes que impiden el ejercicio de la justicia de género (eliminación de la pobreza, control de las consecuencias del VIH Sida, la inestabilidad financiera, los efecto de las crisis económicas, la catástrofes naturales, etc.).

 

Los datos estadísticos, como instrumentos de “mejoramiento” de la condiciones de hombres y mujeres no dependen únicamente de los instrumentos o indicadores con los que se recolecta la información censal, sino que deben incorporar otros factores para  asegurarse que más allá de la desagregación por “sexo” los conceptos de género y etnia  estén presentes en los instrumentos, para que redunden en la planificación e implementación de políticas públicas que identifiquen e incidan en estás dos vías de discriminación y / exclusión.

 

Las subordinaciones y exclusiones que afectan a las mujeres son violaciones de los derechos humanos, son maneras de impedir el ejercicio de la ciudadanía femenina transversalizada no sólo por la raza y etnia, que originan discriminaciones múltiples, también  de la pobreza y las violencias contemporáneas.

 

Debemos convocar a todas las mujeres para incidir en los censos 2010-2012, y lograr que la ronda censal se convierta en una verdadera puerta de entrada, que permita la proyección y desarrollo de políticas públicas que disminuyan lo que nos separa y fomente lo que no identifica a las mujeres, teniendo en cuenta las particularidades, en especial de América Latina y el Caribe.

 

 

 



[1] DANE. Varios/as auotes/as. TODOS CONTAMOS: Los grupos étnicos en los censos. Primer Encuentro Internacional. Cartagena de Indias, Colombia. Noviembre 8, 9 y 10 de 2000. Departamento Administrativo Nacional de Estadítica, DANE. Bogotá, 2002

[2] Cita tomada de: Benería, Lourdes. Género, Desarrollo y Globalización. Hacer Editorial, Barcelona, 2005.